El estudio, realizado por investigadores estadounidenses y suecos, confirma que los factores genéticos que hacen que una persona sea más propensa al temor cambian durante su vida.
Los investigadores rastrearon el desarrollo de 2.490 gemelos, desde los ocho hasta los 20 años, pidiéndoles contestar periódicamente a una serie de preguntas sobre el miedo que les producían 13 fenómenos potencialmente aterradores, como la oscuridad, los relámpagos, las visitas al dentista, las arañas y las alturas.
Durante su niñez, existía una mayor probabilidad de que un gemelo idéntico sintiera temor si su hermano también lo sentía. Los gemelos no idénticos también compartían una tendencia hacia los mismos temores pero en menor proporción, lo que indica que existe un componente genético en la emoción del miedo.
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