
Habitualmente, el ave se posa sobre el borde del vaso de Gordon y sumerge levemente su cabeza en él, bebiendo pequeñas cantidades.
"Él adora el whisky. Es como un humano", comentó Lisa.
Luego de un par de tragos, el periquito se pone "feliz" y empieza a cantar, pero si se excede con la bebida, lo más probable es que comience a picotear a sus dueños.
"Estamos convencidos de que ha vivido más que el promedio gracias al whisky. No por nada lo llaman 'el agua de la vida'", agregó Lisa.
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