miércoles, 19 de diciembre de 2007

Marrakech


Marrakech, capital del norte africano varias veces en su historia, ha dado su nombre al país del que hoy es una de ciudades con mayor personalidad e interés, Marruecos.
El origen de esta región está vinculado al pueblo bereber, desde lo mas antiguo. Un pueblo de origen desconocido, que aún no se sabe si vincularlo geográficamente al Caucaso, o relacionarlo por su lengua semítica y diversa a otras lenguas inciertas como incluso el vasco. En todo caso los bereberes aparecen relacionados en época romana, y a este periodo pertenece su primera vinculación a la "institucionalización" del país, cuando el emperador Augusto se ocupó de educar en Roma a Juba II, hijo de un rey bereber y que acabaría casado nada menos que con una hija de Marco Antonio y Cleopatra; él puso en marcha el Reino de Mauritania que se extendía hasta el Mediterráneo; con Calígula se perdió la autonomía del reino, que pasa a ser colonia del Imperio.
Con la caída romana por las invasiones bárbaras, está zona vuelve a una situación de tribus divididas y en lucha hasta la conquista árabe, y su consolidación a lo largo del s.VII, no sin la resistencia pertinaz bereber, que consiguieron mantener algunos reinos independientes y rebeldes al Califa de Bagdad.. En ese periodo los árabes se ocupan también de conquistar y colonizar Hispania. Pero, para el comienzo del nuevo milenio, el pueblo bereber había sido ya islamizado, y prácticamente en adelante serán los principales defensores de un islamismo ortodoxo, puro, y ello les llevará a protagonizar algunos de los momentos claves de los siglos siguientes.
Entre 1050 y 1060, los almorávides (al-morabitun, "los del ribat", grupo tribal) habían conseguido conquistar los territorios del sur y medio Marruecos actual, y para controlar las rutas clave, Yusuf Ben Tasfin construye alcazaba y mezquita en un lugar estratégico cercano del Gran Atlas: Marrakech. Desde allí organizará la definitiva conquista del norte, llegando hasta Argel. Sin embargo, la Reconquista en España llama su atención, así como la decadencia de los reinos árabes, y ello le lleva a desembarcar en Algeciras en el 1086, a derrotar a Castilla y a condenar a la vez por impíos a los sultanes sureños, sentando las bases para enlazar con la cultura de la rica Al-Andalus. Su hijo, Ali Ben Yusuf, fue quien lo llevó a cabo, trasladando hasta Marrakech lo mejor de los pensadores y artistas, embelleciendo la ciudad, desarrollando los sistemas de riego, etc, y aguantando también ya el empuje de una nueva tribu, que reclamaba el retorno al origen del ascetismo musulmán. Serán los almohades ("por la unidad de Dios", origen de su nombre), que conseguirán entrar en Marrakech en el 1147, proclamándose Abd al-Mumin como "príncipe de los creyentes" y dejando a su muerte un reino que abarcaba de Andalucía a Mauritania y a Trípoli. De esta época, proceden la Koutoubia y mezquita, como la Giralda de Sevilla que sigue el modelo de la anterior, mas grandilocuente aún. Cenetes y benimerines fueron sucesivas tribus bereberes, los últimos bereberes que rigieron el país y con las que el Reino fue decayendo, hasta la llegada a mediados del s.XV de los saadies, de origen árabe.
Estos llegaron declarando la "yihad", la guerra santa contra españoles y portugueses, pero no pudieron evitar el fin de Al-Andalus, y con ello las posibilidades de un nuevo imperio se dirigieron al sur, hacia las rutas de un próspero comercio que llegaba mas allá del Sahara, desde el oro de Sudán, lo que conseguiría a finales del 1590 Al Mansur, conocido por ello como el Victorioso o el Dorado. En Marrakech el éxito se celebró construyendo el suntuoso Palacio El Badi y las tumbas saadíes. A su muerte, la sucesión se convirtió en largas guerras fratricidas, tan solo acabadas con una nueva familia, los alauis, en el 1666, trasladando la capital a Fez, e iniciándose la decadencia de Marrakech, con algunos momentos posteriores de esplendor, como la segunda mitad del XVIII, bajo el reinado de Sidi Muhammad Ben Abdallah, con cuyo mandato el reino prosperó y se ocupó de mejorar ciudades como Marrakech.
El periodo colonial europeo tuvo especial protagonismo por Francia, con la conquista de Argelia en 1830 y lo que ello influyó sobre el país vecino, en el que la presencia de portugueses y españoles también fue importante, legitimándose el "Protectorado de Marruecos" con el Tratado franco-español de Algeciras, en el 1906. A la presencia colonial, se unían las revueltas bereberes, protagonistas de focos de insurrección tan sangrientos como la batalla de Annual en 1921, con 12.000 muertos españoles, y consiguiéndose una pacificación difícil tras un nuevo tratado franco-español en 1925 que llevó a la derrota de los rebeldes en el 1926. Durante la colonización francesa, y de la mano del Mariscal Lyautey, llegaron los conceptos urbanísticos europeos a Marrakech, diseñándose el nuevo barrio del Guéliz, y el entronque con la ciudad vieja o medina, se desarrolla un transporte urbano, se abren bancos, comercios a la europea y hoteles, como el famoso Mamounia, acabado en 1929, sobre lo que había sido el Palacio alauí de Ma´mun.

Ya finalmente, la II Guerra Mundial, de la Marruecos fue también escenario, al desembarcar en ella los aliados en 1942 y tener en primer lugar que enfrentarse al Gobernador francés fiel al régimen de Vichy. A finales de 1943 los nacionalistas consiguen reunirse en torno al sultán Muhammad Ben Yusuf, fundando un partido independentista el Istiqlal. El sultán será expulsado por Francia en el 53, y ello solo provoca revueltas generalizadas, que obligan al retorno del sultán, reconociendo Francia la independencia de Marruecos el 2 de marzo de 1956, proclamándose rey al sultán, bajo el nombre de Mohamed V, a quien sucederá en 1961 su hijo Hassan II, y a su muerte en 1999, será a su vez su hijo y actual rey Mohamed VI; Hassan II inicia un lento camino de modernización del país, de apertura del país a un sistema político que se aleja de formas tradicionales y se aproxima a las democracias occidentales, algo para lo que aún resta tiempo para su hijo y actual rey, sometido a las dudas y la presión del mundo musulmán mas ortodoxo.

Marruecos es a comienzos el s.XXI un país de enormes contrastes, de gentes muy ricas en un escenario de pobreza enorme, de grandes desigualdades por tanto. Con una ciudad en la que especialmente los occidentales se han volcado, Marrakech, con inversiones enormes que se anuncian aún mayores, apoyándose desde la Corona la urbanización de grandes zonas peri-urbanas a disposición de los inversores (sean para industria o simples residencias), como igualmente la medina se transforma a veces imperceptiblemente como es en la restauración de un número ya muy grandes de palacetes turísticos (los riads), o en la presencia en la ciudad de las grandes cadenas internacionales de hoteles, como de comercios. Un país, y una ciudad, con un enorme potencial joven, con mas del 55% de la población menor de 25 años, y cuya sola presencia, número y aspecto, manifiesta que van a protagonizar sin duda los grandes cambios venideros en Marruecos...

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