
Generando un entorno en el que no existían las “suposiciones” visuales (que amplían las posibilidades de interpretar la información visual de los entornos), ocho voluntarios debieron señalar un objetivo que cambiaba continuamente de posición en la pantalla de un ordenador.
Señalaron mayormente aquellas localizaciones del objetivo más cercanas a la dirección en la que ellos miraban, además de que creyeron que habían conseguido ver algunos objetivos porque los estaban mirando directamente, aunque no fuera así.
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