Un grupo de científicos anunció el descubrimiento de un método para mejorar la expectativa de vida de las personas que se sometan a un trasplante de órgano.
El procedimiento consiste en que el paciente reciba sangre o células de la médula ósea del donante.
Los investigadores estadounidenses aseguran que el tratamiento reduce la necesidad de usar sustancias que afecten al sistema inmunológico -llamadas inmuno-supresores- que ayudan a que el cuerpo acepte nuevos órganos transplantados.
Sin embargo, los inmune-supresores tienen un efecto secundario que provoca que los pacientes sean más vulnerables a las infecciones o a enfermedades como el colesterol, la presión alta e incluso el cáncer.
Y es que para evitar el rechazo del órgano trasplantado, éste debe venir de un cuerpo idéntico, por ejemplo de un hermano gemelo. Es por eso que se necesitan los inmune-supresores para ayudar a que el cuerpo del paciente acepte el nuevo órgano.
Los resultados de este estudio aparecen en la revista científica New England Journal of Medicine.
Transfusión
En el primer estudio realizado en la Universidad de Stanford, un hombre que recibió el riñón de su hermano estuvo casi dos años sin tomar medicamentos inmune-supresores.
El paciente recibió tratamientos de irradiación y de anticuerpos.
Después, este paciente recibió una transfusión de sangre de su propio hermano. Éste tratamiento, combinado con los anteriores, creó una clase de célula inmune o "pacificadora", capaz de evitar el rechazo de un órgano trasplantado.
"La idea de evitar la toma de medicamentos atrae tremendamente a los pacientes", asegura el jefe de la investigación, John Scandling.
"De momento, tenemos esperanzas, pero todavía hay mucho que hacer", dijo Scandling.
Médula ósea
El segundo estudio fue realizado en el Hospital General de Massachussets, Estados Unidos.
En él, cinco pacientes llevaron a cabo un tratamiento que destruyó parcialmente la médula ósea y también las células de sangre que causan el rechazo del órgano trasplantado.
Esta médula ósea fue luego substituida por un injerto de la médula del donante. Después se transplantó el riñón.
Uno de los cinco pacientes rechazó el riñón, pero los otros cuatro pudieron vivir hasta ahora con su nuevo riñón trasplantado y sin la necesidad de medicamentos.
El doctor Roberto Higgins, especialista en trasplante renal, afirmó que a pesar de que ambos estudios son muy interesantes, parece no estar convencido por los experimentos realizados en la Universidad de Massachussets.
"A pesar de que estos resultados previos son alentadores, el tratamiento destinado a destruir la médula ósea es una operación muy arriesgada, además hay otros riesgos tales como el que el injerto de la médula ósea rechace al paciente".
Higgins agregó: "Como pasa en todas partes del mundo, el principal problema del trasplante es la escasez de órganos."
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